14 septiembre 2010

Sobre la vida y la muerte.

Un abismo del que no puedes regresar, en el que te quedas suspendido, sin límites y creyendo estar acompañado, eso es la vida; la misma que pasa como si nada, hinchada como un globo, vacía, abyecta, sin color, rasante ante los demás, que no alcanza a ser un mar de ilusiones, como dirían los amantes de la vida, sino una botella a la deriva de ese mar. Nadie puede comprobar que esto, lo que llamamos vida, es un simple sueño, una quimera, una ficción. 

Nuestra desgracia no es culpa de los demás, ni siquiera de la vida por ser un simple concepto, es culpa de la insistencia genética para reproducirnos sin parar, por eso no eres dueño de nada, ni de la vida misma que se puede perder en un instante, y a pesar de eso, la vida pretende perpetuarse y nosotros se lo permitimos, así que no creas que la vida es un regalo, es algo con lo que han querido engañarnos para distraernos de la muerte; es como el juego infantil del gato y el ratón… a eso juega la vida y la muerte para no aburrirse, y nosotros somos sus simples espectadores. No eres tú el que se cansa de vivir, es la muerte que te necesita ya, y te espera fuera del escenario, después del juego con la vida que en realidad ha sido una  representación para nosotros, su público, en el que se han esforzado por divertirnos hasta dejarnos desangelados con el paso del tiempo que dura la función. ¿A eso le llamamos vivir?... no hay que disfrutar de la vida, arremeter contra ella es más gratificante, y si sientes que no has hecho nada en esta vida, no te preocupes, en la próxima tampoco, pues es una falacia inventada por los vivos. Es mejor pensar que la muerte espera en la esquina, aunque muchos finjan no verla pasando por su lado y sin saludarla.

Olvida, siempre olvida, y vivir el aquí y ahora, pues todos seremos expulsados como payasos de circo cuando la mejor mueca se congele.

20 junio 2010

La soberanía de estado frente a la globalización.

Partiré por definir los conceptos de SOBERANÍA y GLOBALIZACIÓN, para poder llegar a las conclusiones sobre la relación que guardan estos dos conceptos en la vida contemporánea. 
 Como primera definición de soberanía, y que sirve de punto de partida encontramos está: “Poder supremo en una sociedad política, atribuido a un Estado o a un soberano que no reconocen ninguna autoridad superior. El concepto está estrechamente relacionado con el poder político, y pretende transformar la fuerza en poder legítimo. En este sentido amplio, la soberanía se configura de distintas maneras según las distintas formas de organización del poder.” 
 En cuanto a globalización tenemos la siguiente definición: “La globalización es un proceso fundamentalmente económico que consiste en la creciente integración de las distintas economías nacionales en una única economía de mercado mundial. Su definición y apreciación puede variar según el interlocutor.” 
 Aquí vemos que estas definiciones tienen una discordancia entre sí, ya que la globalización busca la integración entre Naciones – Estados, contraria a la soberanía de Estado que propende por mantener y proteger todo lo que le es propio, en la medida que no reconoce “ninguna autoridad superior”; haciendo así que estos dos conceptos se repelen desde su definición. 
 Los conceptos de soberanía han cambiado con el discurrir del tiempo, desde la edad media este término, sin ser racionalizado aun, se utilizaba para denominar a la persona que tenía el poder absoluto sobre un territorio determinado:

“La edad media vio nacer y florecer el feudalismo, que produjo la atomización del poder entre los reyes y los señores feudales. En el correr de los años, los duques, condes, barones y marqueses, se opusieron a los reyes y llegaron a afirmar que cada barón era soberano de su baronía… En Francia, por lo contrario, el rey pudo imponerse a los señores feudales y cerrar las compuertas del absolutismo monárquico. Así surgió, aun antes de formularse expresamente, la idea moderna de soberanía”

 El mundo cambiante y las necesidades de la sociedad por hacer más justo la distribución del poder ha logrado que la soberanía se convierta en un rasgo jurídico característico del Estado, jurídico en la medida que se convierte en un derecho del ciudadano, pero en un mundo acelerado y desenfrenado, todo producto de la globalización, la idea moderna de soberanía queda anulada, ya que las decisiones internas del estado se ven influenciadas por las políticas integracionistas mundiales, perdiendo así cada Estado su capacidad de organización y planeación frente a temas económicos, mas ahora que el poder en este “mundo globalizado”, se descarga en la potencias económicas mundiales. 
 Es aquí en donde Luis Felipe Martí nos habla de la necesidad de reinventar la soberanía, pensar en una política más desde lo administrativo que desde el derecho, la necesidad de la planificación para evitar que las fuerzas centrípetas y centrifugas de la globalización destruyan el orden de una nación. 
 La globalización trae consigo una interrelación entre lo económico, cultural, social, político, etc., haciendo que esto genere problemas entre algunos países, de aquí surge la necesidad de crear políticas y leyes a nivel mundial que regulan estas relaciones, para que el paso de fronteras, y no lo hablo en un sentido literal, mantenga al margen los desordenes que esto puede generar. Vemos como se hace más permeable la relación entre naciones y sus ciudadanos, la revolución tecnológica y sus avances hace que la comunicación sea más inmediata, las transacciones comerciales se hagan en segundos, el aprendizaje sea más acelerado, la información intercultural este al orden del día, que los medios masivos de comunicación se amplíen a nivel mundial informándonos de lo que sucede en el mundo aquí y ahora en un tiempo real.
 Anthony Giddens analiza la globalización así: “La globalización, por supuesto, no está evolucionando equitativamente, de ninguna manera es totalmente benigna en sus consecuencias. Muchas personas que viven fuera de Europa y Norteamérica la consideran, y les desagrada, una occidentalización – o incluso una americanización – ya que Estados Unidos es ahora una superpotencia, con una posición económica, cultural y militar dominante en el orden mundial”; aquí cabe preguntarse, ¿en qué medida la soberanía del estado se verá protegida por leyes internacionales que buscan beneficiar a unos pocos, para poder entrar en el orden estatal de países con procesos lentos de desarrollo, con la clara intención de agotar los recursos que le son propios a estos estados? ¿hasta qué punto el termino GLOBALIZACIÓN es usado para engañarnos, como se engaña a un niño con un dulce?.
 Edgar Valera Barrios quien ha estudiado el tema analiza la globalización de la siguiente manera: “Hemos de reconocer que una de las criticas recurrentes a la expresión globalización es aquella que señala que con este término no se describe un término nuevo, si por el se entiende una creciente interdependencia entre las diferentes sociedades en los aspectos políticos, económico, cultural, etc. Incluso se plantea que uno de los grandes mitos de la globalización es precisamente la afirmación presuntuosa de que se trata de un fenómeno novedoso, inédito”
 En mi opinión los conceptos ya definidos deben transformarse según el ritmo cambiante de la sociedad; para esto el camino es hacer parte activa en la transformación de nuestra SOBERANIA DE ESTADO, debemos enfrentarnos a un mundo globalizado que es la realidad actual, y desde nuestro país, Colombia, debemos preocuparnos por mantenernos informados, para entender en qué medida la globalización afecta y aporta a nuestro país a nivel económico, político, científico y cultural, sacando así el mayor provecho de esta avalancha de información, para que como ciudadanos encontremos la forma de instalarnos en esta realidad y podamos participar en el movimiento político, educativo y cultural de nuestro país ayudando así a su crecimiento y desarrollo paralelo a la evolución del mundo.

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MARTÍ BORBOLLA, Luis Felipe. La reinvención de la soberanía en la globalización, Porrúa, Mexíco 2007. p. 33. GIDDENS, Anthony.Un mundo desbocado: los efectos de la globalización en nuestras vidas.Taurus, Madrid, 1999. VARELA BARRIOS, Edgar. La globalización y el declive de la soberanía estatal Secretaria de Cultura y Turismo del Valle del Cauca, Colombia, 2000. p. 37

17 junio 2010

EL GEN EGOÍSTA. Richard Dawkins.

Capítulo VII 

Planificación Familiar


 El cuidado paterno parece ser una parte integral de la reproducción, mientras que, por ejemplo, el altruismo hacia un sobrino no lo es. Una máquina de supervivencia individual debe adoptar dos tipos de decisiones totalmente diferentes, una respecto a los cuidados y otro aspecto a la reproducción. Si todos lo individuos se dedicaran a cuidar de las criaturas existentes hasta el extremo de no traer nuevos seres al mundo, la población rápidamente se vería invadida por individuos mutantes que se especializarían en la reproducción. 

La humanidad está procreando en demasía. El tamaño de la población depende de cuatro factores: nacimientos, muertes, imigraciones y emigraciones. Mientras el número de hijos por pareja sea superior a dos sobrevivientes para reproducir, el número de criaturas que nazcan tenderá a incrementarse con los años en una proporción cada vez más acelerada. 

Un elemento aún no apreciado por la gente que se preocupa por los problemas demográficos es que el crecimiento de una población depende de cuándo la gente tenga a sus hijos, tanto de como de cuántos pueda tener. Desde el momento en que las poblaciones tienden a aumentar en una determinada proporción por generación, se deduce que si se espacian más las generaciones, la población aumentará a un ritmo más lento por año. Si la población continuara aumentando en la proporción actual, se tardaría menos de 500 años para alcanzar el punto en que la gente, apiñada de pie, formaría una sólida alfombra humana sobre el área total del continente. Esto es un hecho, aun suponiendo que estuvieran muy delgados -hipótesis bastante real-. En un plazo de 1000 años estarían de pie unos sobre los hombros de otros con una profundidad de un millón. En 200 años, la montaña de gente, remontándose a la velocidad de la luz, habría alcanzado el límite del universo conocido. El incremento de la producción alimenticia puede aliviar, temporalmente, el problema, pero es un hecho matemáticamente cierto que no puede ser una solución a largo plazo; en realidad, al igual que los avances médicos que han contribuido a precipitar crisis, probablemente empeore el problema, al acelerar el índice de expansión demográfica.

Constituye una verdad lógicamente simple que, al carecer de emigración masiva al espacio, con cohetes que partan a razón de varios millones por segundo, el índice de natalidad incontrolada tiene que conducir a un índice de mortalidad horriblemente alto. Es difícil de concebir que esta verdad tan simple no sea comprendida por aquellos dirigentes que prohíben a sus seguidores utilizar métodos anticonceptivos. Expresan su preferencia por métodos naturales de limitación demográfica, y un método natural es exactamente lo que van a obtener. Se llama muerte por inanición. Los humanos (algunos de ellos) tienen la consciente prudencia de prever las consecuencias desastrosas de un exceso de población. Los individuos que ocupan una alta jerarquía tienen más posibilidades de procrear que los que ocupan una posición más baja, ya sea porque son preferidos por las hembras o porque físicamente impiden que los machos que se encuentran en una posición inferior se acerquen a las hembras. 

Lo que ocurre con el hombre moderno civilizado es que el tamaño de las familias ya no se ve limitado por los recursos finitos que los padres pueden proveer. Si un matrimonio tiene más hijos que los que puede alimentar, el Estado, lo que significa el resto de la población, interviene y mantiene al excedente de niños con vida y salud. No hay, en realidad, nada que detenga a una pareja que carezca de recursos materiales para que tenga y críe tantos hijos como la mujer pueda físicamente procrear. Pero el Estado benefactor es algo muy poco natural. En la naturaleza, los padres que tienen más hijos de los que pueden mantener no tienen muchos nietos y sus genes no son transmitidos a futuras generaciones. 

Desde el momento en que nosotros, los humanos, no deseamos retornar a las antiguas costumbres egoístas por las que permitiámos que los niños de familia muy numerosas murieran de inanición, hemos abolido la familia como unidad de autosuficiencia económica y la hemos sustituido por el Estado. Pero no se debe abusar del privilegio de ayuda garantizada a los niños. La anticoncepción es, en ocasiones, atacada como algo artificial, desnaturalizado. En efecto, es muy inhumana. El problema radica en que también lo es el Estado benefactor. El Estado benefactor es, quizá, el sistema más altruista que el reino animal jamás ha conocido. Pero cualquier sistema altruista es, inherentemente, inestable, ya que está sujeto al abuso por parte de individuos egoístas, dispuestos a explotarlo. 

Los individuos humanos que tienen más hijos que los que son capaces de criar son probablemente demasiado ignorantes en la mayoría de los casos para ser acusados de explotación malévola consciente. Las instituciones poderosas y los líderes que deliberadamente los estimulan a actuar así, me parecen menos libres de sospecha. Es un hecho bien documentado que un exceso de población reduce, en ocaciones, el índice de natalidad. Los padres individuales practican la planificación familiar, en el sentido de que perfeccionan su índice de natalidad en vez de limitarlo para bien público. Intentan potenciar al máximo el número de hijos sobrevivientes que tengan, y ello significa no tener muchos ni pocos. Los genes que hacen que un individuo tenga demasiados hijos tiende a no persistir en el acervo génetico, debido a que los hijos que contienen tales genes presentan la tendencia a no sobrevivir hasta la edad adulta.
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Richard Dawkins, "El gen egoísta". Barcelona; Salvat Editores 1985.